La Ortiga ha tomado la decisión de eliminar de sus estanterías todos aquellos alimentos que contengan aceite de palma.

Como sabréis por los medios de comunicación, hace tiempo que se viene denunciando el uso masivo del aceite de palma africana en los productos alimentarios, por sus graves impactos en el medio ambiente y en los derechos humanos en los países en los que se cultiva, además de posibles consecuencias negativas en la salud por su consumo.

El aceite de palma es el que más se consume en todos los continentes, incluido Europa, que importa al año unos 9 millones de toneladas, de las que 5 o 6 se destinan a la alimentación industrial, teniendo en cuenta que Europa produce 2,5 millones de toneladas de aceite de oliva y 3 millones de toneladas de aceite de girasol. La OCDE calcula que cada ciudadano europeo consume al año 59,3 kilogramos de aceite de palma. Este aceite se esconde bajo múltiples formas y denominaciones en numerosos productos, hasta el punto de que uno de cada dos productos del lineal del supermercado lo contiene de una u otra forma (hablamos de alimentación convencional).

Dos son las ventajas con las que juega el aceite de palma:
–          Es más barato: Unos 650 euros la tonelada de palma, frente a los 900 euros de la tonelada de girasol o los 3.500 euros de la de oliva.
–          Su estado sólido a temperatura ambiente proporciona consistencia y untuosidad a los alimentos frente a otros aceites, como el de oliva, que permanecen en estado líquido.

El problema del aceite de palma es el mismo que el del aceite de soja: constituyen las dos variedades vegetales más plantadas del mundo, casi siempre en enormes extensiones de explotación intensiva y especialmente en la zona de los trópicos o subtrópicos. Desde Estados Unidos a Indonesia, pasando por Brasil o Colombia, vastas extensiones de terreno se ven sometidas a este monocultivo que además es sumamente agresivo con el suelo. Adicionalmente, grandes extensiones de bosques vírgenes están en peligro de extinción por culpa de los incendios provocados para nuevas plantaciones de palma.

Para más información:
*      http://www.eldiario.es/consumoclaro/por_derecho/aceite-palma-perjudicial-enfermedades-coronarias-medio-ambiente_0_580942112.html
*      http://www.greenpeace.org/espana/es/Trabajamos-en/Bosques/Indonesia/
*      http://www.ecologistasenaccion.es/article21993.html
*      http://censat.org/es3/noticias/el-agua-y-el-aceite-palma-africana-y-derechos-humanos
*      http://cbc.collectifs.net/doc/informe-es.pdf

Desde la Vocalía de Calidad de La Ortiga, nos hemos puesto en contacto con nuestros proveedores de alimentos ecológicos que contienen aceite de palma. En general, comparten nuestra inquietud por los impactos de estos aceites y se están planteando o están en proceso de sustituirlos por otros tipos de aceites. Nos han hecho llegar sus certificados de producción ecológica y la certificación RSPO (aceite de palma sostenible).

Parece ser que el origen más habitual del aceite de palma ecológico es Colombia, lo cual no nos produce ninguna tranquilidad (podéis leer los dos enlaces anteriores sobre los impactos de la palma africana en Colombia). Por otra parte, el sistema de certificación RSPO es muy contestada por las organizaciones ecologistas, por ser un simple lavado de cara del sector productivo:

*      http://www.ecologistasenaccion.es/article15802.html
*      http://www.greenpeace.org/espana/es/news/2013/Septiembre/Greenpeace-denuncia-que-el-cultivo-de-aceite-de-palma-es-uno-de-los-principales-responsables-de-la-deforestacion-en-Indonesia/

En conclusión, vamos a ir eliminando de La Ortiga, de forma progresiva y a medida que se acaben las existencias, todos los alimentos que tengan entre sus ingredientes el aceite de palma. Esperamos que esta decisión sea compartida por todas y todos.
En todo caso, esto puede conllevar algunas pequeñas molestias y cambios de hábitos de consumo, que creemos totalmente justificados.
Si dentro de unos meses seguís encontrando algún producto con aceite de palma en La Ortiga, os pedimos nos lo comuniquéis para proceder a su eliminación.
Gracias por todo. Con nuestro consumo responsable colaboramos a mejorar nuestro mundo.